Una zorra era perseguida por unos cazadores cuando vio a un leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre le aconsejó que ingresara a su cabaña.De inmediato llegaron los cazadores, y le preguntaron al leñador si había visto a la zorra.
Con la voz les dijo que no, pero con su mano disimuladamente señalaba donde se había escondido.Los cazadores no comprendieron la señas de la mano y se confiaron en lo dicho por su palabra.La zorra al verlos marcharse, salió sin decir nada.El leñador le reprochó que a pesar de haberla salvado, no le diera las gracias, a lo que la zorra respondió:Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo --.*No niegues con tus actos, lo que pregonas con tus palabras*Esopo" Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos "Santiago 1: 22
La voluntad de Dios se manifiesta en su Palabra y los que creen en Cristo pondrán en práctica sus creencias. Serán hacedores de la Palabra.La prueba de la sinceridad no depende de lo que se dice, sino de los hechos. Cristo no le pregunta a nadie: " ¿Hablas tú más que los demás? ", sino: " ¿Haces tú más que los demás? ". Estas palabras suyas están llenas de significado: " Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis " ( S. Juan 13: 17 ).
Las palabras no tienen valor a menos que sean sinceras y veraces. El talento de la palabra resulta eficaz y de valor cuando está acompañado de los hechos correspondientes. Es vital para cada alma que escuche la Palabra y la ponga en práctica. " Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella " ( S. Mateo 7: 13 ).
Tenemos evidencias de que hay muchos engañadores en el mundo que dicen: " Sí, Señor, iré ", pero no van. Pueden pronunciar palabras suaves y hacer hermosos discursos, pero engañan; revelan por medio de sus vidas que sus palabras no están arraigadas en Dios. La vida práctica es una manifestación genuina del carácter. Por medio de nuestras palabras y obras revelamos ante el mundo, los ángeles y los hombres si creemos que Cristo es nuestro Salvador personal.
Por medio de nuestras buenas obras no podemos adquirir el amor de Dios, pero podemos demostrar que lo poseemos. Si sometemos nuestra voluntad y nuestra conducta a Dios, no obraremos para conseguir el amor del Señor, en cambio, obedeceremos sus mandamientos porque es justo hacerlo. Juan, el discípulo, escribió: " Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero " ( 1 S. Juan 4: 19 ).
Por medio de nuestras buenas obras no podemos adquirir el amor de Dios, pero podemos demostrar que lo poseemos. Si sometemos nuestra voluntad y nuestra conducta a Dios, no obraremos para conseguir el amor del Señor, en cambio, obedeceremos sus mandamientos porque es justo hacerlo. Juan, el discípulo, escribió: " Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero " ( 1 S. Juan 4: 19 ).
La verdadera vida espiritual se manifestará en toda alma que esté sirviendo a Cristo. Los que estén vivos en el Señor estarán llenos de su Espíritu, y no podrán hacer otra cosa sino trabajar en su viña. Pondrán en práctica las palabras de Dios. Medite cada alma con oración para que pueda obrar consecuentemente.
Muchos de los que aman la complacencia propia y murmuran contra el recto testimonio contenido en el mensaje a Laodicea, ignoran cuán pecaminosas son realmente sus acciones; pero en ocasión del juicio se avergonzarán de su ingratitud y su rebelión contra Aquel que tanta paciencia tuvo con ellos, y no los separó de su pueblo por causa de sus pecados. No habrá entonces confesión ni llanto que valga para los que hayan mancillado su registro.
Muchos que en la actualidad pretenden ser discípulos de Cristo se contarán entre los que no se arrepintieron, sino que engañaron sus almas para su ruina eterna. El evadir la verdad no le dará valor a ninguna alma en el día del juicio para que abra sus labios en defensa propia. . .Dios está llamando constantemente al corazón humano, induciéndole a reconocer su amor y su misericordia, y a aceptar su justicia en lugar de los principios del mal.
Muchos que en la actualidad pretenden ser discípulos de Cristo se contarán entre los que no se arrepintieron, sino que engañaron sus almas para su ruina eterna. El evadir la verdad no le dará valor a ninguna alma en el día del juicio para que abra sus labios en defensa propia. . .Dios está llamando constantemente al corazón humano, induciéndole a reconocer su amor y su misericordia, y a aceptar su justicia en lugar de los principios del mal.
De ese modo le ha suplicado a la humanidad en todas las épocas. En los días de Noé Cristo habló a los hombres por medio de un instrumento humano, y predicó a los que se hallaban en la esclavitud del pecado. Se presentó a Israel envuelto en una columna de nube de día y en una columna de fuego de noche. . .
Hay quienes no valoran suficientemente estas cosas. La instrucción dada a Israel debiera ser comprendida hoy por toda alma viviente. El hombre puede pretender ser muy inteligente, pero se necesita más que inteligencia humana para captar las revelaciones del Evangelio.
Hay quienes no valoran suficientemente estas cosas. La instrucción dada a Israel debiera ser comprendida hoy por toda alma viviente. El hombre puede pretender ser muy inteligente, pero se necesita más que inteligencia humana para captar las revelaciones del Evangelio.
No podemos ser cristianos mientras vivimos para complacernos. Si seguimos al Maestro, debemos entrar por la puerta estrecha de la abnegación. Para muchos de los que profesan piedad, esta puerta de la abnegación es demasiado estrecha. Quieren una senda más fácil y están tratando de ascender por otro camino. No quieren seguir en las huellas de nuestro Redentor. A los tales Cristo llama ladrones y robadores. Toman el nombre de cristianos, que no les corresponde, porque no representan en su vida la vida de Cristo. Invocan los privilegios que pertenecen a los hijos de Dios, en circunstancias que nada tienen que ver con él.
Viven vidas egoístas sobre la tierra y no hacen la obra que debieran haber hecho en favor de la verdad y la salvación de las almas. Es triste el destino de estas personas que se engañan a sí mismas. Nunca verán el cielo porque no están dispuestas a participar de la vergüenza y el reproche que Jesús sufrió por ellas.
Cada día de nuestra vida tenemos que hacer una obra austera y ferviente. Miramos por fe las cosas invisibles, y al hacerlo perdemos de vista las pruebas y dificultades del camino. El cielo es nuestro hogar. No podemos correr el riesgo de perder la esperanza que hemos albergado por tanto tiempo, de ver a Jesús tal como es, y de ser hechos semejantes a él.Cuidemos nuestras pisadas. Vivamos la vida de oración y fe, y obtendremos la perpetua corona de gloria.
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